27 may 2014

Realidad política

Por Jaime Castro Ramírez

Las tendencias en política no suelen ser unas simples categorizaciones idealistas que solo responden al fruto de la imaginación, pues esto sería como remitirse a una interpretación que es propia del solipsismo, para desvirtuar la realidad que se percibe, y por lo tanto negar que exista diferencia real a las solas percepciones. Es necesario el conocimiento objetivo de dichas tendencias para poder entender la verdadera proyección hacia el modelo económico y social que le corresponde según su propia filosofía política.

Lo ocurrido en Colombia en elecciones del 25 de mayo de 2014
La realidad quedó evidenciada en cuanto al grado de aceptación de elegibilidad por parte de los colombianos en relación a la opción de reelegir al presidente de la república. El mandato del pueblo en las urnas es la razón de ser de su voluntad ciudadana incontrovertible de expresarse políticamente para elegir a su gobernante.

También quedó evidenciada en las urnas, en la elección de primera vuelta presidencial, la no aceptación por parte de los ciudadanos de las fantasías apriorísticas sucias, que fueron utilizadas por parte de la campaña reeleccionista para intentar desacreditar al candidato de otra campaña que ponía en aprietos en las encuestas al candidato-presidente.

Los colombianos entendieron claramente la argucia montada, pues ante la carencia de ideas y de obra de gobierno para mostrar, Santos decidió entonces acudir a una campaña de bajas prácticas que son censurables desde todo punto de vista por la opinión pública, pues tan es así que la respuesta la dio el pueblo en las urnas al otorgarle un significativo triunfo en primera vuelta al candidato que se pretendió descalificar. Esta tendencia contiene el aval de la realidad política que vive el país, y seguramente será revalidada en las elecciones de segunda vuelta el 15 de junio de 2014.

Reacción contradictoria del candidato-presidente Las preocupaciones del pensamiento suelen confundir el buen juicio y conllevar a la instancia de reaccionar en forma inadecuada ante situaciones que requieren de la compostura individual y por supuesto de la consistencia de criterio. Después de su derrota en las urnas, el candidato Santos empezó invitando al ganador Zuluaga a un “debate de altura y de propuestas” para la segunda vuelta electoral; pero solo acababa de pronunciar esto cuando incurrió en la contradicción de lanzar una diatriba de polarización del país acusando a la otra campaña de enemigos de la paz y portadores de la guerra, y autocalificándose como que la paz es él, es decir que deja en el ambiente la presumida consigna de que es el único que puede hacer la paz, lo cual es otra inconsistencia que se puede traducir a una simple forma inferior del orgullo.

Al candidato-presidente hay que reiterarle una realidad que consiste en que ‘no existen enemigos de la paz, lo que existen son enemigos de la claudicación en contra de la verdadera paz’.

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